martes, 22 de abril de 2014
en
16:31
Publicado por
admin1
Paisajes Braga es probablemente una de las ciudades más bonitas de todo Portugal, pero si no lo fuera valdría la pena visitarla por la maravilla que tiene en su afueras, uno de esos lugares impresionantes y hermosos que el viajero recuerda mucho después de haberlo visitado: el Bom Jesus do Monte.
Se trata de un santuario situado en lo alto de una colina desde la que se tienen unas espléndidas vistas de Braga, pero lo mejor es la bellísima escalera barroca por la que ascendemos hasta llegar a la explanada en la que se encuentra la iglesia en sí; una maravilla de muchos tramos con estatuas y fuentes de un granito viejo y como húmedo, en la que cada rellano es una agradable sorpresa.
Además, a distintas alturas vamos encontrando unas pequeñas cuevas en cuyo interior unas figuras representan escenas de la pasión de Cristo, no especialmente hermosas pero que le dan un tono y un sabor más local y cercano al conjunto.
La iglesia propiamente dicha no es especialmente monumental ni bella, sí es bonita en su exterior pero no demasiado en su interior. La verdad es que después del esfuerzo físico y la delicia artísticas de la escalera quizá uno espera algo un poco más llamativo, pero es que no es fácil estar a la altura del empinado espectáculo previo.
Otro ingrediente de la visita es un elevador pensado para evitar la fantástica escalera, cuyo uso sería imperdonable de no ser porque es el típico trenecillo de cremallera que también tiene su propio encanto. Además, fue el primero de este tipo que se puso en marcha en toda la península ibérica, allá por 1882.
Recomendación importante: vayan por la tarde, con la luz del sol dorando la escalera, es toda una experiencia.
Y además, Braga
Por si esto no fuese suficiente, a los piés del Bon Jesús está Braga, con su casco antiguo muy bien conservado y sus iglesias de espléndida fachada barroca, palacios, estrechas calles y recoletas plazas.
Y es que la parte vieja de la ciudad es uno de los núcleos urbanos mejor conservados de Portugal y quizá también uno de los más amables para el turista: calles peatonales o de escasísimo tráfico por las que es un placer pasear, buenas tiendas, agradables cafeterías y restaurantes…
En definitiva, una doble visita que no pueden perderse si están por el norte de Portugal. Por cierto, no dejen de ir al norte del país vecino, es un lugar espléndido para unas vacaciones.
PD.: Un último consejo: si van a Braga en verano aprovechen para cenar en alguna de las cafeterías que hay en la Avenida Central, que en realidad es una plaza ajardinada donde está el ayuntamiento y con unos soportales en los que estará en la gloria contemplando la impresionante fachada barroca de la Basílica dos Congregados.
viernes, 28 de marzo de 2014
en
16:12
Publicado por
admin1
Viajes Gales es un país encantado y encantador. Paisajes mágicos que traspasan su Historia para aparecer como leyendas y rituales como si de un mundo de sueños se tratara; acantilados, extensas praderas verdes y… castillo, muchos castillos de esos en los que nosotros pensaríamos si intentáramos imaginar un castillo embrujado. Y uno de ellos es el [...]Visita este Fotos Wanda Nara
martes, 11 de febrero de 2014
en
18:44
Publicado por
admin1
Viajes Si habitualmente vinculamos el turismo rural con cierto ambiente y un determinado tipo de alojamientos con encanto, después de conocer el Molino de Alcuneza empezaremos a vincularlo también con otra cosa: el lujo o unos servicios propios de un hotel urbano de primera línea.
Eso sí, por lo que se refiere a su ubicacion más rural no puede ser: el pequeño hotel está en Alcuneza, un minúsculo pueblecito muy cerca (a unos tres o cuatro kilómetros) de Sigüenza, la estupenda villa de Guadalajara de la que ya hemos hablado por aquí en alguna ocasión.
Esto lo hace estar a poco más de una hora de Madrid y ser, por tanto, un lugar ideal para un fin de semana desde la capital.
El Molino de Alcuneza tiene ya cierta solera: lleva abierto unos quince años y eso es mucho tiempo dentro de un mercado como el turismo rural que, aunque hoy por hoy se ha desarrollado mucho y bien, es más reciente de lo que en ocasiones recordamos. Desde entonces ha sido un negocio familiar llevado por padres e hijos pero con criterios muy profesionales, es decir, la gestión no es como la de la pensión de la tía Paca, pero el trato sí, en el mejor de los sentidos.
Instalaciones
El hotel está compuesto por dos edificios: el primero es el original, que data nada más y nada menos que del S XV y fue restaurado en 1994. Tiene nueve habitaciones que coinciden bastante con lo que se espera de un hotel rural de este estilo: decoración personal y cuidada, un ambiente cálido…
Además, las zonas comunes también se encuentran en esta área: un gran salón – bar en el que relajarse con una copa y el comedor en el que destaca la presencia del antiguo molino harinero que todavía se pone en marcha cuando el río lleva la suficiente agua.
El otro edificio es mucho más moderno, se construyó hace unos pocos años, y tiene siete suites y una gran suite, todas decoradas y concebidas con una idea más moderna, quizá un punto más fría y menos personal pero igualmente cuidada y con niveles de confort todavía más elevados.
Lo bueno de esta peculiar concepción doble es que permite al cliente elegir qué le apetece: el ambiente más personal y más "rural" del edificio original o el más moderno y "estiloso" del nuevo, todo en un entorno campestre, relajante y muy lejano al bullicio de la gran ciudad.
Algún lujo más
Lo mejor de la ampliación del hotel es que ha permitido dotarlo de algún servicio extra que los clientes realmente apreciarán (aunque yo no tuve tiempo de disfrutarlo). Me estoy refiriendo, sobre todo, a la pequeña pero deliciosa zona de spa, que incluye sauna, baño turco, un fantástico jacuzzi para dos o tres personas e incluso una zona de masaje atendida por una profesional.
En definitiva, y como les contaba al principio, el Molino de Alcuneza es una peculiar mezcla de ideas y estilos cuyo resultado final es un hotel de bastante calidad que ofrece a sus clientes un poco más de lo que es habitual encontrar incluso en la banda alta del turismo rural.
Una opción muy interesante para escapar un fin de semana de la locura de Madrid, para un encuentro de empresa (muy habituales según me contaron) y, por supuesto, para conocer una comarca con lugares muy interesantes como la propia Sigüenza, las Salinas de Imón o Atienza.